domingo, 21 de agosto de 2011

Ratzinger cómplice de pedofilia.


Ven conmigo que aquí hay mucha luz.
En 1962, el Vaticano aprueba el "Crimen sollicitationis", una serie de instrucciones sobre como proceder en casos en los que un clérigo hiciese uso de su condición de religioso para llevar a cabo acercamientos sexuales con sus fieles (incluyendo niños). Fue firmada por el cardenal Alfredo Ottaviani y sancionada por Juan XXIII.

Aparte de exponer los supuestos y las penas (canónicas por supuesto) que conllevasen, marcaba unos preceptos muy curiosos.
  • Todos los conocedores de los hechos estaban obligados a guardar secreto de ello bajo pena de excomunión. Esto incluye al propio sacerdote, a cualquier testigo y, por supuesto, a la víctima de tales abusos.
  • También se aplicaría la pena de excomunión para quien teniendo conocimiento de los hechos no los denunciase en el periodo de un mes ... ¿ante la justicia? No hombre no, ante la misma Iglesia por supuesto.
Para tan grave falta (no mantener la boca cerrada) se reservaba la pena más grave que la Iglesia contempla desde que no les dejamos quemar personas como si fuesen fallas, la excomunión. Mientras, la pena para el verdadero criminal es la siguiente:

<<Canon 2368 §1. Aquel que cometiere el delito de solicitación tratado en el canon 904 será suspendido de celebrar Misa y escuchar confesión sacramental y, si la gravedad del delito lo exige, será inhabilitado para recibir las mismas; se le privará de todos los beneficios y dignidades, voz activa y pasiva, y se le declarará inhabil para todo ello, y en los casos más serios será sujeto a degradación (al estado laico)>>

¡Qué dureza por Dios! No podrán impartir misa ni confesar y si el delito es muy muy grave hasta puede que dejen de ser cura.

Texto original en latín y traducción al inglés del "Crimen sollicitationis".

En este estado de cosas estuvo la Iglesia hasta que en 25 de noviembre de 1981 Joseph Ratzinger, ahora conocido por su alias Benedicto XVI, fue nombrado por Juan Pablo II Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (la heredera directa del Santo Oficio, la inquisición vamos). Como buen burócrata eclesiástico que es, Ratzinger se encargo de hacer cumplir fielmente el "Crimen sollicitationis". Era además responsable de hacer el seguimiento de este tipo de casos y claro que lo hizo. 

 Stephen Miller Kiesle  
En 1981 el cura condenado en 1978 por abuso de menores Stephen Miller Kiesle había solicitado su expulsión del sacerdocio. Ello recibió buena acogida por parte de su obispo John S. Cummins que ya había presentado una similar por su cuenta porque "podría haber un mayor escándalo para la comunidad si al padre Kiesle se le permite regresar al ministerio activo". Ojo aquí nadie se preocupa de los delitos cometidos o las victimas de los mismos, sino de la imagen de la Iglesia. Pero nuestro amigo Joseph no opina lo mismo y le contesta:
<<Excelentísimo Obispo,


Tras recibir su carta del 13 de septiembre de este año sobre retirar de todas las responsabilidades del sacerdocio al Reverendo Stephen Miller Kiesle en su diócesis, es mi deber compartir con usted lo siguiente:
A pesar de que los argumentos presentados en favor de esa expulsión son de grave importancia, esta corte juzga necesario considerar el bien de la Iglesia Universal además de el del demandante. No es posible tampoco arrojar luz sobre el perjuicio que podría provocar en la comunidad de la Fe de Cristo el otorgar la expulsión, particularmente teniendo en cuenta la corta edad del demandante.
Es necesario que esta Congregación someta incidentes de este tipo a muy cuidadosa consideración, lo que requiere un periodo de tiempo más largo.
Mientras, su Excelencia no debe dejar de facilitar al demandante todo el cuidado paternal posible, y además explicarle al mismo las razones de esta corte, que está acostumbrada a salvaguardar el bien común especialmente ante sus ojos.
Déjeme aprovechar esta ocasión para expresarle sentimientos de la más alta estima,
Su Excelencia Reverendísima, 
Cardenal Joseph Ratzinger>>
No contento con eso y viendo el aluvión de casos que iban apareciendo perpetro la siguiente abominación llamada "De Delictis Gravioribus" que revisaba el "Crimen sollicitationis". En él no sólo no se solucionaba ninguna de las barbaridades de "Crimen sollicitationis" sino que ampliaba su marco de actuación arrogándose para la Iglesia la competencia exclusiva sobre los delitos de abuso cometidos por el clero y todos estos casos están sujetos al "secreto pontificio". Es decir se negaba competencia a cualquier autoridad civil para tratar esos casos. Aquí podéis ver el texto original en latín y su traducción en español.

En resumen, el actual Papa cabeza de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, además de su labor activa en la ocultación de delitos sexuales contra menores, profundizó en el secretismo e implemento las medidas oportunas para encubrir a religiosos pedófilos durante más de 20 años.

No se al lector, pero a mi no se me ocurre una forma más precisa de definirle que CÓMPLICE DE PEDOFILIA.

Este es el ídolo de masas que se ha presentado en Madrid para erigirse en referente moral de la juventud. Si señor, eso es dar ejemplo.

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